Coveñas y Tolú se preparan para la ola de paisas
Cada vez que hay vacaciones de mitad o final de año, la población de Coveñas se aumenta por cinco. De sus tradicionales 11 mil habitantes, las calles, sus playas y sus hoteles tienen que albergar a cerca de 50 mil personas.
Los días tranquilos de abril y mayo no existen más. El turismo, único motor económico de esta población sucreña, llega como un ventarrón de parranda y gastos que debe ser aprovechado por los nativos.
Dicen los antioqueños, medio en broma y medio en serio, que caminar por las playas de este balneario es casi como ir por la avenida El Poblado. Es fácil encontrarse con los vecinos de la cuadra, con los amigos de universidad o los compañeros de trabajo. Todo Medellín parece irse para allá.
En los últimos años, el incremento de turistas en Coveñas (y también en Tolú) es considerable, en gran medida, por la seguridad en las carreteras y la inversión en infraestructura en la zona.
Hay, sin embargo, una preocupación entre las administraciones locales del Golfo de Morrosquillo y es el comportamiento de los turistas que, en repetidas ocasiones, abusan de los espacios públicos y perjudican las playas y los balnearios.
Con esta situación en mente, los alcaldes de Coveñas y Tolú planean mirar las vacaciones de julio como el primer paso de una política de recuperación del orden en las zonas turísticas.
Cambiar conciencia
El dolor de cabeza es el mismo año tras año. Los turistas borrachos llegan con sus carros y sus radios a todo volumen, ingresan con ellos casi hasta el mar y convierten el lugar en un espacio de desperdicios y botellas vacías.
Édgar Villaraga Amaya, secretario de Turismo de Coveñas, asegura que la idea en esta nueva administración es cambiar la conciencia de los visitantes ayudados por un plan pedagógico y el aumento en el pie de fuerza de la policía del municipio.
Cerca de 60 agentes nuevos se dispusieron a lo largo y ancho del cordón de playa de Coveñas y ya en sectores de la primera y la segunda ensenada se construyen paseos peatonales que buscan hacer más agradable la estadía de los visitantes. La idea es "al ver las cosas bonitas, se respetarán más que si están en mal estado".
Al tema pedagógico también se le suma la construcción de bolardos que impedirán el acceso de motos o carros a las playas.
Si bien mitad de año es considerada una temporada más universitaria que familiar, el reto es que desde ya se organice un territorio que tiene unas de las mejores playas del país pero que ha sufrido por la ausencia de inversión gubernamental y el mal comportamiento de quienes lo visitan.
Información www.elcolombiano.com
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