El embrujo llanero cautiva a los extranjeros

El embrujo llanero es un hecho, no es una ilusión de las que se cantan en un joropo u otro mito de los que abundan en las sabanas de la orinoquía colombiana. Bastantes extranjeros que por una u otra razón han llegado a esta enigmática y hermosa región de la geografía colombiana han terminado enamorándose de las planicies, el trabajo del llano y en muchos casos de las mujeres y los hombres llaneros.
Además, muchos de ellos han encontrado en el país una oportunidad democrática que no hasta hoy no habían en contrado, gracias a la normatividad que les permite a los extranjeros votar en el país. En el departamento del Meta, ocho extranjeros inscribieron sus cédulas y participarán para elegir alcaldes, gobernador y cncejos en octubre próximo.
Owin Hofbauer, oriundo de Salzburgo en Austria llegó al país en 1968 y dice que desde entonces ha sido imposible desligarse del llano, porque "se sentía una sensación de libertad y de que habían bastantes cosas por hacer." Hofbauer afirma que en 1990 volvió a Austria y se dió cuenta que ya no podría regresar, porque según el sus raíces son llaneras. "Aquí encontré el amor de mi vida, mis hijos son llaneros y mi vida profesional ha estado ligada al Llano. Creo que al hombre llanero urbano le hace falta enamorarse más de su tierra".
Otro extranjero que fue víctima del "embrujo llanero" fue Víctor López, quién llegó al llano de Riobamba, en Ecuador. quien llegó a Villavicencio después de haber vivido 28 años en Bogotá llegó a esta región del país, y fue allí donde se casó y formó su familia. "Al formar un hogar uno ya coge raíz y mis raíces son muy llaneras. De hecho, mis fiestas patrias son las colombianas y me gusta celebrar los aniversarios del departamento y de Villavicencio" afirma.
La mexicana Magdalena Castro, afirma que aunque no lleva mucho tiempo en el llano, (tan sólo cinco años) le gusta bastante la región, ya que la amabilidad de la gente la ha ayudado a hacer más llevadera la lejanía de su país amado. Por su parte, Bunshiro Takemoto, originario de Tokio, japón se define como "un llanero chiviado" y afirma que vendió todas su propiedades en el país del sol naciente para venirse a vivir a Puerto Gaitán.
Yancy he, proveniente de la China, expresa que se ha acostumbrado al ambiente llanero gracias a su disposición al trabaj, porque según ella, "el que llega a trabajar juicioso aquí al Llano le va bien". Afirma que aún no sabe bailar bien el joropo, pero que sus hijas lo hacen a la perfección.
El frances Pier Jacques Marciales llegó al país en 1960 como parte de una comisión de dos meses para la empresa en la que trabajaba, pero pudo más la belleza y el "embrujo" porque esos dos mese se convirtieron en toda una vida. "A mi esposa (holandesa) no le gustó el Llano y se devolvió, pero yo vi que todo estaba por hacer. Cuando conocí a mi novia llanera, me volví a enamorar y ya no había marcha atrás". Jacques vive feliz en el llano, pero afirma que "al llanero le hace falta querer más su tierra".
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