www.viajaporcolombia.com desde el Torneo Internacional del Joropo: Crónica – Los pies furiosos
Un liqui - liqui azul claro y un sombrero negro, la piel, del color oscuro y claro al mismo tiempo, de ese balance que solo se ve en el llano. Una mirada fija, de esas de hombre llanero recio, pero con una sonrisa amplia como el río Orinoco. A lo lejos, canta una mujer del Guaviare, con una voz educada y dulce, Daniel no quita sus grandes ojos negros de la tarima, de aquel espacio inmenso que dentro de poco pisará. Mira a su compañera de baile y le sonríe con un aire de complicidad y apoyo, como diciendo, lo vamos a hacer bien.
Lentamente me le acerco, no quiero interrumpir, ni afectar su concentración, pero cuando ya estoy muy cerca, el encuentro es inevitable. El me mira y deja salir una sonrisa amable, como la que poco antes le brindará a su compañera de baile. Lo saludo y me saluda con ese acento tan curioso propio de los venezolanos. Me cuenta que llego con la comitiva del Estado Táchira para participar en el XXXIX Torneo Internacional del Joropo en la categoría Renglón Pareja de Baile y que simplemente va a dar lo mejor de él y que espera que sea del agrado de todo el mundo.
Una quirpa lanera, un aire de los tantos que tiene el joropo, se escucha al fondo. El Coliseo se va llenando, por todos lados se oye el grito de mujeres, niños y hombres ofreciendo cerveza, aguardiente, ron, whisky y todo tipo de trago. Detrás de Daniel, tres hombres ataviados con un liqui – liqui negro y bigotes espesos sonríen y hablan sobre el grupo de guaviareños que se esta presentando.
Le pregunto a que importancia tiene el joropo para la unión colombo – venezolana, porque no evito el pensar que somos dos naciones tan parecidas y tan diferentes, definitivamente, tan de este lado del trópico. Daniel no se complica para responder, para el es obvio que el joropo “es el género que nos identifica a los Venezolanos, pero, lo compartimos con la Orinoquía colombiana”, Daniel se toma un tiempo, mira alrededor, como asimilando el ambiente, como buscando la respuesta entre la gente, respuesta que continúa en un par de segundos, “entonces es un espacio de encuentro, de cantautores, de interpretes, de músicos, de bailadores y de todos los llaneros en general”.
Por allá en el 99, el año del siglo, antes del temor del fin del mundo y el Y2K, Daniel ya bailaba joropo con maestría y en aquel año se gano este torneo, el mismo al que hoy viene a participar, en un Coliseo que se entrega a cada presentación y que en la medida que pasa la noche se va emocionando, quizás por cuestión de tragos o quizás por eso que llaman “embrujo llanero”, pero no importa, se está celebrando y los artistas que se presentan para el Torneo, están a la altura. Daniel recuerda con nostalgia aquel año 99, “el haber sido el ganador en el año 1999 me abrió muchas puertas a nivel folclórico, a nivel cultural y a nivel llanero”.
Le llega el turno a Daniel, me despido y me voy para la parte destinada a los colombianos, allá alejado de la tarima, lo veo subir y aparecer en la tarima de la mano de su compañera. La música empieza, es un paseillo, que poco a poco se va convirtiendo en una danza inmisericorde, en un ir y venir eufórico, mientras la mujer se olvida de la gravedad y se entrega a un extraño vaivén de los pies, Daniel salta y zapatea como si de eso dependiese su vida, con los pies furiosos arrancándole sonidos a la madera de la tarima en cada pequeño salto.
Gira, cruza sus pies. El Coliseo a pesar de no estar lleno, aplaude a rabiar cada zapateo, cada escobillado de Daniel. El escobillado y el zapateo son los pasos básicos del baile del joropo y que este hombre, proveniente de Venezuela, ejecuta a la perfección, con el donaire de los bueno bailarines y la fuerza de los “puros criollos”.
Ese amor por este ritmo que define como, “la máxima expresión cultural de un llanero, una reunión campesina urbana, una conversación entre amistades”, lo llevó fuera de sus fronteras, a una ciudad colombiana, donde la gente, después de que él se ha bajado, sigue aplaudiendo la presentación.
Esto fue parte de lo que se pudo vivir ayer, durante la presentación de los participantes del Torneo Internacional del Joropo, que tuvo lugar en el Coliseo Álvaro Mesa Amaya.
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