Casanare, sabanas plenas de biodiversidad
Pasar unas vacaciones en Casanare era impensado hace unos meses, no solo por los estigmas de orden público, sino por las enormes distancias para viajar por tierra y por los altos costos de hacerlo en avión.
Hoy, con vías en muy buen estado y con tiquetes aéreos de incluso $91.000 por trayecto, la cultura llanera y la inmensa biodiversidad de esta región están cada vez más cerca, aún de ciudades más distantes como Medellín.
Inicié mi viaje en el Aeropuerto de Rionegro luego de aprovechar una jornada de Cyber Latam, en la que una semana antes de partir, encontré un boleto aéreo ida y regreso por tan solo $181.190, algo así como 65 dólares, con escala en Bogotá, que incluso es menos de lo que costaría un viaje por tierra que podría tardar unas 13 horas.
De Safari por Palma Rala en Hato Corozal
Sobre las tres de la tarde llegué a Yopal. Sin perder tiempo abordé un taxi al terminal de transportes y luego un bus con destino a Hato Corozal donde me esperaba la gente de Ana María Style, una operadora de viajes con la que me adentraría en la sabana casanareña, hasta llegar al Hato Palma Rala, en la vereda San Nicolás.
Antes de partir, hicimos una parada en Vamos onde Cielo, un restaurante sencillo pero muy agradable y en el que recargamos energías con una responsable picada de carne, jamón, salchicha, queso, patacón, papitas, piña, aguacate, tomate y lechuga a solo $7.000.
Aunque el trayecto fue largo, más de 2 horas en una 4x4 por vía destapada y alumbrada solo por la luz de la luna, fue también muy entretenido. Serpientes, babillas, zorros y chigüiros se cruzaron en el camino, al tiempo que un gran número de aves nocturnas acompañaban las arpas y los capachos de la música llanera que amenizaba nuestro recorrido.
Pese a que habíamos planeado levantarnos muy temprano para disfrutar del amanecer, la entrada del invierno cambió los planes y solo cerca de las 10 de la mañana logramos ver un rayo de sol. De igual manera el trabajo de llano no puede parar y bajo la lluvia se realizó el ordeño. Ya con un clima un poco más condescendiente, se hizo el encierro de equinos y bovinos.
Posteriormente partimos hacia un caño cercano para avistar en cuestión de minutos, venados, babillas, cachicamos, chigüiros, iguanas, garzas, garzas paleta, alcaravanes y corocoras, todo un espectáculo que bien vale la pena disfrutar.
Antes de que el reloj marcara las tres de la tarde, y luego de comer camuro con pepitoria, cogimos camino hacia Hato Corozal y en esta oportunidad pudimos apreciar búhos guarracucos, morrocoyes, garzones, arucos, oropéndolas amarillas, además de otro tanto de venados, babillas y chigüiros. Aseguran los pobladores de la zona, que en ocasiones también se pueden ver jaguares y pumas en la zona, o como ellos los llaman, tigres y leones.
Llegada la noche y ya con poca energía por el intenso calor que durante el día superaba los 30 grados, me dirigí a Yopal. Allí me hospedé en el Hotel GHL Style, un moderno hotel estilo ejecutivo, en el que además de dormir plácidamente, pude disfrutar de un delicioso plato de carne desmechada con moneditas de plátano.
Hato Corozal, tradiciones y cultura llanera
En el tercer día de viaje nos dirigimos nuevamente al Municipio de Hato Corozal, esta vez a la Hacienda Las Palmeras en donde Deyler Escalante, director de la emisora comunitaria Capibara Stereo y que promueve la cultura y la música de la región, nos esperaba para hablarnos un poco del tradicional Coleo y el novedoso Team Panning, un deporte que consiste en aparte y encierro de ganado a caballo, que viene tomando bastante fuerza en américa latina.
También nos acompañaron cuatro bailarines de la Academia Zumba que Zumba, liderada por Julio Gómez y que trabaja para resaltar las tradiciones llaneras. Pudimos ver una pequeña muestra de Joropo y aprender un poco sobre la técnica de este baile cuyo nombre hacía referencia a eventos sociales que podían durar unas cuantas horas o incluso una semana completa.
En esta población casanareña se celebra en octubre de cada año el Festival Internacional de la Soga y no podíamos dejar pasar la oportunidad para aprender un poco sobre la elaboración artesanal de este instrumento fundamental en el trabajo de llano.
Hato Corozal se encuentra al oriente de Casanare, mide casi 5500 kilómetros cuadrados y cuenta con tan solo 11.000 habitantes. Una de las particularidades de este municipio es que allí no existe la escrituración de tierras e incluso sus pobladores aseguran que ni la Alcaldía Municipal ni la iglesia la tienen.
En la plaza principal se destacan la concha acústica, el Botalón y el monumento a Bonifacio Gutiérrez, lancero de la carga del Pantano de Vargas en la Batalla de Boyacá.
Fue un corto pero productivo viaje por Hato Corozal, un municipio en el que además de extensas sabanas y una gran diversidad de fauna, se puede aprender del trabajo de llano, así como de las tradiciones, los bailes, la música y las costumbres de la Orinoquía de la que tan poco conocen los colombianos.
Lea aquí la crónica de nuestro recorrido por Tame.
Datos de interés
- Casanare es poseedor del 20 por ciento de las aves de Colombia.
- El valor del pasaje entre Yopal y Hato Corozal es de $20.000
- El valor del servicio de taxi en Yopal es de $4.500
- El valor del servicio de transporte público en Yopal es de $1.500