Fredonia, Támesis y Cauca Viejo

En los primeros días de diciembre recibí una invitación de la Gobernación de Antioquia y el Boreau de Medellín para visitar algunos atractivos del Suroeste, que hacen parte de su proyecto turístico de Ciudad-Región.

Al recorrido fuimos invitados algunos blogueros y medios especializados en viajes: quepenaconusted.com (Jorge Bela), seecolombia.travel (Carolina Parra), cerox3.com (Julián Trujillo y Julián Ampudia) y claro está, viajaporcolombia.com (Héctor Ocampo). Toya Viudes de colombiadeuna.com, se encargaría de amplificar el evento a través de las redes sociales, debido a que a última hora tuvo que cancelar su viaje.

Finca Cafetera la Sierra, Fredonia

Partimos cerca del medio día del lunes, cuando ya se encontraban en la ciudad de Medellín todos los invitados. Tras algo así como una hora de viaje llegamos al corregimiento Palomos, perteneciente al municipio de Fredonia, donde nos esperaban los empleados de la Finca Cafetera La Sierra.

Alistaron algunos caballos e iniciamos el galope rumbo a los cultivos de café, a los que llegaríamos casi 20 minutos después, no sin antes haber tenido el primer susto del viaje, cuando uno de nuestros compañeros de Cerox3 fue tirado por el caballo. Por suerte sin consecuencias graves.

Desmontamos y fuimos recibidos por el señor Alejandro Galante, uno de los propietarios de la finca y Eliana, experta catadora de café y encargada de asegurar la calidad de las exportaciones del café Oro Molido.

Tras un delicioso almuerzo comenzó nuestro recorrido por la finca para conocer todo el proceso del café. A pesar de haber nacido en Sevilla – Valle del Cauca, otrora capital cafetera de Colombia, reconozco nunca haber vivido tan de cerca todo el proceso y haber aprendido tanto sobre el tema como ese día.

Lo primero que vimos fueron los hermosos cafetales que se extienden por más de 60 hectáreas en el sector de Cerro Bravo, entre los 1300 y los 1750 metros de altura. Poco a poco empezaron a bajar de la montaña los recolectores con enormes bultos al hombro y unos cuantos con mulas cargadas de la variedad Café Colombia.

Una vez pesados se iban descargando en un tanque que sirve de entrada al beneficiadero para dar inició al proceso de despulpado y fermentación, para posteriormente ser llevado al sistema de secado, en este caso artificial. En el recorrido además nos enseñaron en qué consiste el trillado para la extracción de la cereza y la tostión, pasos previos al empacado.

Finalizado este educativo recorrido fuimos llevados al comedor de la finca donde nos explicaron en qué consistía la cata de café, además del verdadero significado de aroma, fragancia y cuerpo. En términos generales, cómo reconocer un buen café. No podíamos salir de allí sin una muestra de café Oro Molido, recién tostado, aún caliente en su empaque.

Recorrido por Támesis

De Fredonia partimos esa misma noche rumbo a la Finca Guacarí de Támesis, que además de ser muy bonita y cómoda, cuenta con una vista única, ya que desde ella se pueden apreciar 14 centros poblados.

Los siguientes dos días del recorrido por el suroeste los viviríamos en esta bella y tranquila población, cuyo día a día contrasta con la adrenalina que se experimenta en muchas de las actividades que allí se pueden realizar.

El primer día sobre las 8:00 am nos dirigimos a conocer la Feria de Ganado, un tradicional encuentro comercial que se realiza el martes posterior al segundo jueves de cada mes y en el que aún se pueden ver trueques comerciales.

Nuestra siguiente parada sería la Casa de la Salud, un fiel ejemplo de que las cosas públicas bien manejadas, pueden dar buenos frutos. Su verdadero nombre es Hospital San Juan de Dios, pero gracias a un proyecto de Promoción y Prevención en Salud, ahora es una casa en la que se prestan servicios de gimnasio, turco, nutrición, jardín infantil, entre otros, dignos de admirar y de replicar en todos el país. Fue de verdad emotivo ver como los niños se divertían en el hospital. Algo impensado en las grandes ciudades.

También visitamos la Casa de la Cultura en el que se encuentran piezas de la Cultura Cartama, y el parque principal, donde está el templo de San Antonio. Después de almorzar comenzaría la aventura.

Rappel en Támesis

Cerca de las 2:00 pm iniciamos nuestro ascenso por una empinada montaña adornada por grandes rocas que evidencian la actividad volcánica de la región hace cientos de años. Nuestro objetivo, tras casi una hora de camino, descender haciendo rappel por una montaña de 90 metros de altura, bajo la dirección de nuestro anfitrión Rodrigo Echeverri, gerente de EcoCartama.

No voy a negar que al principio la idea bajar desde esa altura amarrado tan solo de una cuerda, me producía algo de temor; pero a medida que se acercaba el momento, me podían más las ganas de enfrentarme a uno de mis miedos.

Como estaba algo tranquilo en comparación con mis compañeros de viaje, fui escogido para descender en primer lugar y posteriormente se me unió Alina, la representante de la gobernación, quien no ocultó su temor y dejó salir una que otra palabrita cuando ya no había marcha atrás.

Uno de los momentos más emocionantes fue cuando, por sugerencia de Rodrigo, me suspendí para apreciar el mundo al revés colgado de la roca. Una vista sencillamente espectacular.

Nuestro descenso tardaría cerca de 5 minutos y luego vendrían Carolina, de See Colombia Travel y Julián, de Cerox3 TV. Finalizado la actividad y tomadas las fotos de rigor, nos dirigimos al pueblo para cenar en Cafesino, un local de Sanduches Gourmet. Como esa de las 8:00 pm , nos fuimos a dormir, pues al día siguiente tendríamos que levantarnos antes de las 6:00 am para nuestra siguiente aventura: El Torrentismo.

Torrentismo en Támesis

Casi 2 horas de ascenso por un camino indígena y en medio de un bosque de niebla, nos llevarían a una enorme cascada de 170 metros que se puede apreciar desde el parque del pueblo y que es única en el país gracias a sus aguas cristalinas y puras, provenientes de un nacimiento a pocos metros de allí y que llegan bajo un manto rocoso.

Nuestra meta era descender los últimos 70 metros. Al llegar al punto de partida nos esperaba un bello arcoíris formado por el buen sol que nos acompañaba y el agua que caía sobre un pequeño descanso en la cara de la montaña.

Unos minutos para tomar fotos, y de paso las fuerzas necesarias para el reto, y nuevamente me encontraba colgado de una cuerda frente a una montaña, con la única diferencia de que el agua era muy fría y golpeaba con bastante fuerza. Conmigo bajaría Carolina y posteriormente lo harían Alina y Julián, presentador de Cerox3.

Con el objetivo cumplido, mojados de cabo a rabo y con algo de hambre, la bajada al pueblo fue bastante rápida. Incluso cortamos camino y pasamos por lo que será el Jardín Botánico de Támesis, otra razón más para conocer este bello municipio del suroeste.

Cauca Viejo

Recogimos nuestras maletas en la Finca Guacarí y salimos rumbo a Cauca Viejo, jurisdicción de Jericó, para la última parada del viaje. Allí nos esperaba, además del calor propio de una población rivereña, un delicioso almuerzo en el Hotel Boutique Parasiempre, inspirado en poemas eróticos de escritores antioqueños y con tan solo 8 habitaciones, todas ellas muy bien decoradas. Tras unos deliciosos fríjoles realizamos un recorrido por el hotel donde pudimos ver algunas de las alcobas y leer los poemas pintados en las paredes.

Cauca Viejo es una réplica de un pueblo antioqueño, en el que se pueden encontrar la alcaldía, la iglesia, el trapiche, unas cuantas piscinas, canchas de fútbol y de tenis, parque infantil, entre otras comodidades. Es posible alquilar casas con capacidad para 20 personas, desde $250.000 el día.

Las calles del pueblo todas son empedradas y las casas cumplen con una rigurosa reglamentación en cuanto a construcción y decoración. Algunas personas pensionadas viven permanente en el lugar.

Las propiedades se pueden comprar desde $250.000.000, mientras que los lotes inician en $60.000.000.

Rumbo a Medellín

Tras tres días de recorrido por el suroeste y bastante cansados por las extenuantes jornadas, tomamos la vía que nos llevaría a Medellín donde terminaría nuestro recorrido, visitando el tradicional alumbrado navideño, pero eso merece otro capítulo aparte que les contaré más adelante.

Al final nos quedaron gratos recuerdos, buenas experiencias y excelentes fotografías que se pueden enmarcar en una frase que todo el tiempo nos repitió nuestro amable anfitrión: "A Támesis, como a los otros pueblos, hay que volver".